viernes, 9 de diciembre de 2011

A Pardo Bazán na vila

Aproveito esta postal da Estación, anterior ó ano 1927, xa que foi nesa data cando se instalou a marquesina que tanto pedían os viaxeiros para protexerse do ventoimperio, para transcribir parte dun artigo escrito por Emilia Pardo Bazán, que fala de Ribadavia. Apareceu no número do 28 de setembro do ano 1908 na revista "La Ilustración Artística" editada en Barcelona , nel reflexiona sobre a chinche, e a hostaleria nacional; pero tranquilos, que a nosa vila sae moi ben parada.

"Hace algún tiempo, creo que dos ó tres años, he sostenido aquí mismo la tesis de que uno de los mayores enemigos de España es la chinche; enemigo que nos ha hecho y nos hace poco menos daño que Napoleón y hasta que los yanquis y filibusteros. Ello parece una paradoja gruesa; pero si se reflexiona, es una verdad sencilla. Diré en abreviatura lo que entonces explicaba quizás prolijamente.

Para un país como España, con grandes extensiones de despoblado y cuantosísima riqueza artística y monumental, nada es tan útil, tan sano, como el movimiento y afluencia de viajeros, que despierta y estimula todas las energías civilizadoras, y además deja dinero en abundancia…

.....En Ribadavia -uno de los pueblos más bonitos, pintorescos y monumentales de la provincia de Orense- pasamos una noche. La fonda está agasajada entre parras y álamos, como rodeada de la fresca y vivaz vegetación de un parque, y se asienta frente a la estación misma. Yo recordaba haber dormido allí otra vez, limpiamente. Y limpiamente voví a reposar en cama pulcra, con sábanas de nieve y a la cabecera un San Antonio, que acentuaba la sensación monástica de celda alegre, flotante sobre un mar de follaje denso y frondoso de viña, que amaga invadir las ventanas, abiertas al calor de septiembre y a la regocijada luz del cielo ribeirano. ¡Oh, si en toda España se encontrasen estos albergos, sencillos, pero libres de asquerosas plagas! Creo que no es mucho pedir; no exigimos el hotel fastuoso, con ínfulas de palacio, al estilo del que se alza al lado de la fuente de Mondariz ó al pie de los manantiales de La Toja. Bastan para empezar y tienen su grato perfume de manzanilla y violeta las fonditas como la de Ribadavia, sin pretensiones…y chinches.

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