Este era o cartel da VIII feira do Viño do Ribeiro, celebrada no ano 1971. Está firmado por Hipólito, que penso, e vós me correxiredes, que era un grande afeccionado á fotografía, que vivía na praza de San Xoán , e do que xa falamos aquí en máis dunha ocasión.
Proximamente tratarei de publicar o programa de man desta Feira, coidadosamente escaneado por un bó amigo, pero como sei que moitos de vós non tedes moito tempo, aproveito hoxe esta ocasión, para resaltar un pequeno artigo contido nel, que leva por título "El vino y el humor". Está firmado por Manuel Meruéndano Fermoso, e é unha pequena homenaxe a todos aqueles entrañables personaxes locais, que fai anos percorrían as tabernas da vila, e dos cales eu teño que recoñecer que non sei ren.
Este é o artigo:
La octava celebración de la Feria del Vino del Ribeiro, traerá a nuestra villa, al igual que en años anteriores, crecido número de gentes animosas do probar los ricos caldos obtenidos en las cubas blanca y tinta producidas en los millares de cepas que cubren la bella y feraz comarca ribeirana; Tan fragante y rico vinillo endulzará la existencia y excitará el buen humor de cuantos forasteros nos visiten y a los que, desgraciadamente nos encontremos en el ocaso de la vida, harános recordar a aquellos consumidores del clásico producto de estas fértiles tierras que en los tiempos de la niñez y de la juventud, con su notorio pintoresquismo, alegraron nuestra existencia. Recordaremos a los «Joaquín el Atolondrado» y el “Constante de Názara” inmortalizados por un fotógrafo local en una estampa, (de la cual tengo la suerte de poseer una copia), bajo el titulo de «Bebedores»; al popular “Berretiu” que, ahito de morapio, en una aciaga noche del año 1942, equivocó su ruta y tuvo lo desgracia de precipitarse por un terraplén hasta dar con sus huesos sobre la vía férrea en un aterrizaje mortal; El famoso “Serafín de Lentille” que en plena euforia alcohólica entonaba cuplés a la puerta del Juzgado Municipal; a los inseparables “Flores y Perillán” diarios consumidores de morapio en sus cotidianas visitas al inmediato pueblo de Francelos; a “Gerardo Mariño” que en pleno éxtasis borracheril se encaraba con su propia sombra recriminándola por que le seguía permanentemente y a “Braulio el Sacristán” y “Valentín El Simón” cuando en la demolida Sacristía del Templo de Sto. Domingo entonaban himnos en loor del vino del Ribeiro que abundantemente les escanciaba, en sendos vasos, el bueno de D José Portabales después que el pintoresco “Gelmirez” le traía de clásica taberna, una botella de tres cuartos de blanco a la vez que palmoteando de alegría decía a voz en grito: “Encheronmea D. Jusé”.
Proximamente tratarei de publicar o programa de man desta Feira, coidadosamente escaneado por un bó amigo, pero como sei que moitos de vós non tedes moito tempo, aproveito hoxe esta ocasión, para resaltar un pequeno artigo contido nel, que leva por título "El vino y el humor". Está firmado por Manuel Meruéndano Fermoso, e é unha pequena homenaxe a todos aqueles entrañables personaxes locais, que fai anos percorrían as tabernas da vila, e dos cales eu teño que recoñecer que non sei ren.
Este é o artigo:
La octava celebración de la Feria del Vino del Ribeiro, traerá a nuestra villa, al igual que en años anteriores, crecido número de gentes animosas do probar los ricos caldos obtenidos en las cubas blanca y tinta producidas en los millares de cepas que cubren la bella y feraz comarca ribeirana; Tan fragante y rico vinillo endulzará la existencia y excitará el buen humor de cuantos forasteros nos visiten y a los que, desgraciadamente nos encontremos en el ocaso de la vida, harános recordar a aquellos consumidores del clásico producto de estas fértiles tierras que en los tiempos de la niñez y de la juventud, con su notorio pintoresquismo, alegraron nuestra existencia. Recordaremos a los «Joaquín el Atolondrado» y el “Constante de Názara” inmortalizados por un fotógrafo local en una estampa, (de la cual tengo la suerte de poseer una copia), bajo el titulo de «Bebedores»; al popular “Berretiu” que, ahito de morapio, en una aciaga noche del año 1942, equivocó su ruta y tuvo lo desgracia de precipitarse por un terraplén hasta dar con sus huesos sobre la vía férrea en un aterrizaje mortal; El famoso “Serafín de Lentille” que en plena euforia alcohólica entonaba cuplés a la puerta del Juzgado Municipal; a los inseparables “Flores y Perillán” diarios consumidores de morapio en sus cotidianas visitas al inmediato pueblo de Francelos; a “Gerardo Mariño” que en pleno éxtasis borracheril se encaraba con su propia sombra recriminándola por que le seguía permanentemente y a “Braulio el Sacristán” y “Valentín El Simón” cuando en la demolida Sacristía del Templo de Sto. Domingo entonaban himnos en loor del vino del Ribeiro que abundantemente les escanciaba, en sendos vasos, el bueno de D José Portabales después que el pintoresco “Gelmirez” le traía de clásica taberna, una botella de tres cuartos de blanco a la vez que palmoteando de alegría decía a voz en grito: “Encheronmea D. Jusé”.
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